Buenas tardes
compañeros,
Hace unas
semanas, la mejor amiga de una de mis mejores amigas suspendió el último
ejercicio de la oposición. Yo no la conozco personalmente, pero os aseguro que
mi amiga es de las personas más buenas, amables y generosas que conozco, así
que estoy convencida de que su mejor amiga tiene que ser por lo menos igual de
adorable.
Con esto lo
que vengo a decir es que la Promoción 66 se ha perdido a una maravillosa Juez.
Me acuerdo de la tarde que pasé esperando a que mi amiga me llamara para
contarme las buenas noticias… que finalmente fueron malas. Y me acuerdo que mi
amiga lloraba de rabia mientras me lo contaba, y que a mí me entraron ganas de
llorar de rabia por lo mismo… Porque el sistema de acceso a las Carreras
Judicial y Fiscal es muy duro, qué os voy a contar. Es un todo o nada, esa
sensación de que un día eres lo más insignificante del mundo y el día siguiente
vas al Tribunal Supremo, cantas los temas, apruebas, y de repente ya eres
“algo”. Y no te creas, tú no llegas a creerte “algo” hasta mucho después, y
mucho menos te crees Juez o Fiscal en mucho, mucho tiempo… Al fin y al cabo,
sólo has hecho un buen cante, como tantas otras veces, ¿por qué habría de ser
diferente? ¿Por qué antes la gente te miraba un poquito por encima del hombro
(ser opositor estigmatiza más que un auto de procesamiento, que se lo digan a
Carperi) y ahora, de repente, parece que lo que llevas haciendo tantos años sí
que tiene importancia? Yo, cuando aprobé, no veía la diferencia entre el día
anterior y el día de aprobar. Te quedas como en shock. No cambias tu percepción
de ti mismo, aunque parte del resto del mundo sí que parece haberlo hecho.
Simplemente te recompones un poquito y decides vivir tu vida de nuevo paso a
paso y recordar quién eras (si es que de ése o ésa aún queda algo) para poder
afrontar todos los retos que vienen. Yo creo que la oposición nos destruye un
poquito y nos forja de nuevo, y lo digo en el sentido más positivo de la
expresión, porque nos forja personas más decididas, más disciplinadas, más
fuertes y más prácticas. Y eso, apruebe uno o no la oposición, es un camino de
madurez que es difícil conseguir de otra manera en tan poco tiempo.
Por supuesto,
veo lo positivo de opositar porque ya no oposito. Mientras lo hacía, sí que
trataba verlo y, al menos, lo comentaba en voz alta (“es un trabajo cuyos
beneficios recaen íntegramente en mí”, “puedo organizarme el trabajo como
quiero y según mi capacidad o ánimo en cada momento”…), pero no seré yo quien
le diga a nadie que opositar es bonito, ni fácil, ni que seguro que le va a
valer la pena.
Yo no tendría
valor de mirar a la cara a la mejor amiga de una de mis mejores amigas y
decirle, después de caer en el último ejercicio, “ahora tienes que levantarte y
seguir”. Ni tendría valor yo, ni su mejor amiga, ni nadie que la quiera. Porque
opositar es una decisión personal y sólo uno mismo sabe todo lo que ha
invertido en este sueño y si está dispuesto o no a continuar en la lucha.
No obstante,
y aunque nunca le diría que siguiera opositando, sí que me gustaría decirle que
creo que sería una Juez maravillosa, eficiente y disciplinada, amable y
práctica, con vocación de servicio al ciudadano y orgullo por el trabajo bien
hecho… Y que me gustaría que la Carrera Judicial no se la perdiera. Obviamente,
también sería maravillosa en cualquier otra profesión, pero ama ésta y no otra,
y ¿por qué negarse un sueño cuando ha estado rozándolo con los dedos? No seré
yo, y lo repetiré cuantas veces sea necesario, quien le diga que haga “un
último esfuerzo”, porque nunca es el último y siempre es demasiado esfuerzo,
pero a veces lo pienso… A veces pienso que si no hubiera opositado, se lo
diría.
Le diría que
cuando apruebas, parece que todo el tiempo invertido no fue tanto. Que pasó
volando, que lo único que te recuerda que pasaron años es que si miras tu fecha
de nacimiento en el DNI te das cuenta de que estás más viejecita (e igual de
mona, dónde va a parar), pero que no recuerdas ni esos años ni los lloros ni
agobios que sufriste. Que parece que todo empieza de nuevo como si los malos
momentos no hubieran existido, porque la mente es lista y olvida lo que no es
necesario que recordemos. Le diría que, tarde lo que tarde, siempre merecerá la
pena. ¡Serás Juez! ¡Habrás cumplido tu sueño! ¿Qué es un año más o un año menos
en relación a esto?
Sólo quiero
que lo pienses y que tomes la decisión que creas que es mejor para ti. Y que
sepas que, pase lo que pase, tu mejor amiga y yo (aunque no te conozca), tus
padres y tu preparador y la gente que te quiere, estamos tremendamente
orgullosos de ti y que para nosotros tú ya eras y sigues siendo “su Señoría”. Sólo te queda un Tribunal
al que demostrárselo… ¿te animas? :)